¿Cuántas veces habéis escuchado este término en lo que llevamos de año? Es muy habitual encontrarlo en la portada de un libro, en una crítica literaria o en el póster de una película basada en el libro superventas tal o cual. Tirando de Wikipedia, he encontrado la siguiente información:
Técnicamente, el término best-seller o superventas no está asociado a un nivel de ventas específico (un número de ejemplares vendidos en un periodo determinado). Por esta razón, a menudo se utiliza libremente por las casas editoriales como estrategia de mercadotecnia a favor de ciertas obras, ya sea afirmando en su publicidad que se trata de un best-seller o incluyendo un sello en la portada que lo identifica como tal. De todas formas, una buena parte de los best sellers contemporáneos ha llegado a serlo como consecuencia de una bien organizada promoción, dirigida por las industrias editoriales, en la que se han tomado en cuenta los gustos, exigencias de consumo y expectativas de un público de masas. (Si queréis más información, os dejo el enlace aquí).
Esto me ha parecido muy interesante. ¿Qué vino antes, el éxito de la novela o el título de superventas?
Seguro que muchas veces os habéis dejado seducir por una de esas etiquetas. Yo soy la primera a la que se le van los ojos hacia esas coloridas pegatinas que te prometen un libro que te va a cambiar la vida. Y me he llevado más de un chasco, claro está. Pero no se puede negar que como estrategia de ventas funciona, esa editorial ha conseguido lo que quería, y si no me ha gustado la novela es problema mío, el resto de la humanidad la adora. Pero este es un juego que puede acabar costando muy caro, porque, ¿qué pasa cuando una editorial la fastidia y comienzan a aparecer críticas negativas de su novela estrella? Que se da un tremendo batacazo y cae en un pozo del que cuesta mucho salir. Recuperar la confianza de los lectores es algo complicado, al menos por mi parte, no me gusta la sensación de sentirme estafada.
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¿Qué es eso brillante a la izquierda de la portada? |
Yo me planteo ahora la siguiente disyuntiva. Supongamos que una editorial tiene entre manos una novela estupenda, la mejor que se ha escrito hasta la fecha. Es algo que debe ser leído por todas y cada una de las personas del planeta. ¿Qué haríais vosotros, ponerle una etiqueta de "el más vendido de 2014" o simplemente mandarlo al mercado?
Si tuviera este dilema entre manos, no tengo ni la menor idea de lo que haría, porque estoy firmemente convencida de que hay gente que le tiene rabia a este tipo de etiquetas. Por ejemplo, yo me resistía a leer Bajo la misma estrella por este motivo, porque estaba harta de verlo por todos lados y estaba convencida de que no podía ser tan bueno como todo el mundo leía, así que al final lo abrí para demostrarle a toda esa gente lo equivocados que estaban... y la equivocada resulté ser yo, que pasé a ser una más de las abundantes filas de amantes del libro en cuestión. Entonces aprendí que lo de no juzgar a un libro por su portada se hace extensible a todo lo que lleve pegado dicha portada (recomendaciones de otros autores incluidas, algún que otro chasco me he llevado por hacer caso a uno de mis autores favoritos. Pero de eso hablaremos otro día).
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J.K. y su media sonrisa de millonaria-en-cinco-años |
Luego está la otra situación, una novela por la que nadie daba un duro acaba convirtiéndose en toda una revelación, que hace de oro tanto a la editorial como al asombrado autor. Un gracioso ejemplo de esto es el caso de las novelas de Harry Potter. El manuscrito de Harry Potter y la piedra filosofal fue enviado a 12 editoriales distintas y fue rechazado por todas ellas; finalmente, una pequeña editorial londinense aceptó publicarlo, aunque sin muchas esperanzas. Y ¡oh, sorpresa, sorpresa! Éxito mundial. Digo que es gracioso porque ninguna de esas editoriales es mía, porque si lo fuesen probablemente a estas alturas seguiría golpeándome la cabeza contra la pared por haber perdido una oportunidad tan buena. (De nuevo, Wikipedia ha venido en mi rescate. Si queréis saber más sobre la vida y milagros de J.K. Rowling, aquí, tenéis el enlace pero por favor, antes terminad de leer mi artículo, anda).
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Incluso las portadas se parecen |
El codiciado título de best seller presenta un riesgo potencial que muchas veces no se tiene en cuenta: que al autor se le suba la fama a la cabeza. No me refiero a que empiece a comportarse como una estrella del rock o algo por el estilo, sino a que crea que ya lo ha conseguido todo y pierda ese toque que lo hace especial y único. O, peor todavía, que se dedique a reescribir la misma novela una y otra vez, limitándose a cambiar el nombre de los personajes y los escenarios, pero que por lo demás la trama sea exactamente igual. Esto es lo que pasa con los libros de Dan Brown, célebre gracias a El código Da Vinci. En sus libros sobre el profesor Robert Langdom, personaje que me encanta y por el cual sigo leyendo sus novelas, siempre encontraremos una chica joven, guapa e inteligente que se siente atraída por el maduro profesor y un malvado que no lo parece hasta el final (pero que con dos libros que hayas leído ya intuyes desde el principio). Eso sí, las reflexiones que incluye Brown en sus libros me gustan mucho, es el otro motivo por el que no me importa releer sus historias.
Entonces, mi conclusión después de todo esto es que, aunque pueda sonar muy hypster, por normal general no me fío de los best sellers, hay mucho boom comercial detrás. Suelo preferir leer libros a los que no se les da tanto bombo, pero eso no significa que de vez en cuando no me rinda a la opinión general (con Los juegos del hambre, por ejemplo, trilogía que leí después de hacerse famosa y me encantó).
¿Y vosotros? ¿Os dejáis seducir por el éxito de ventas o preferís acudir a esa zona de la librería que está mal iluminada y llena de polvo?