domingo, 27 de septiembre de 2015

La desagradable sensación al dejar un libro a medias


Os lo voy a confesar: hace un par de semanas dejé un libro cuando solamente había leído la mitad. Y voy a ir todavía más lejos: no era la primera vez que lo hacía y muy probablemente no será la última. 
Sí, ya sé que no es precisamente como si hubiese confesado haber asesinado a Kennedy, que es algo que todos hemos hecho en algún momento de nuestras vidas y que no se para el mundo por ello. Pero a mí me hace sentir fatal. 

Muchos lectores hemos intentado escribir algo a lo largo de nuestras vidas, yo sin ir más lejos tengo el portátil a rebosar con mis muchos intentos de novelas que por A o por B siempre se quedan sin terminar porque me atasco o me aburro y las dejo. Lo que quiero decir con esto es que somos muy conscientes de todo el trabajo que hay detrás de un libro, no solo a la hora de escribirlo sino que también es muy costoso lograr que una editorial lo llegue a publicar (de ahí el auge de las novelas autopublicadas). 
Una novela, por pequeña que sea, es algo que ha costado un gran esfuerzo a una persona, algo en lo que ha puesto toda su ilusión, su tiempo y su corazón. Es el producto de horas sin dormir y de frustraciones por no poder dar al último capítulo el giro que se merece. En definitiva, un libro es mucho más que papel y letras, es una parte de la vida de su autor, una parte muy importante. 

Llamadme petarda si queréis, pero me revienta dejar un libro a medias al pensar en todo lo que ha invertido el autor en crearlo. Me crea la misma sensación que ir al parque, acercarme a una madre al azar y decirle "oye mira, que tu hijo es feo". ¿Quién soy yo para despreciar el trabajo de otros? Nadie, y menos teniendo en cuenta que jamás he llegado más lejos de 40 páginas escritas. 
Por eso aunque la historia no me esté gustando siempre trato de apretar los dientes y terminarla. Porque, quién sabe, a lo mejor de golpe y porrazo la cosa cambia y la trama se vuelve insuperable y acabo teniendo en mis manos la mejor novela jamás escrita. Porque se lo debo a ese autor desconocido. Porque sí, y punto. 

Pero claro... es muy bonito decirlo, pero no tan sencillo cumplirlo. Y siempre acabo por rendirme y dejar el libro a medias, aunque me sienta mal, aunque pueda estarme perdiendo la mejor historia del mundoLo mejor del asunto es que a veces soy capaz de autoengañarme y decir "no, lo voy a dejar ahora pero la semana que viene lo retomo y lo acabo". Ya, claro, buen intento bonita. Ese libro no lo vuelves a coger en la vida. Porque, como dijo el filósofo Schopenhauer, "la vida es demasiado corta para leer malos libros". 
Qué poco me gusta esa frase, siendo sinceros. No creo que existan los libros malos, simplemente hay libros que no son para nosotros, que están hechos para otra clase de lector, otra clase de persona. Por eso creo que a partir de ahora voy a recomendar también esos "libros malos", aquellos que no he sido capaz de terminar, pero desde luego no para evitar que otros los lean, sino para todo lo contrario. Una manera de dar una segunda oportunidad a una historia que a mí no me ha podido convencer pero que seguro que encontrará a alguien que se la merezca mucho más que yo. 

De todos modos, a veces casi es mejor dejar la lectura a medias en lugar de encabezonarse en terminarlo a toda costa. Porque, ¿qué puede pasar en esta situación? Que al final el libro no tenga el giro maravilloso que lo arregle todo y que hayamos perdido nuestro tiempo con una novela que al final, no nos ha gustado nada de nada y nos ha dejado muy mal sabor de boca. Entonces sí que la ponemos verde a la menor ocasión, intentando evitar por todos los medios que otros cometan el mismo error que nosotros y la lean. Y eso sí que no se lo merece ningún autor. 

Así que creo que en adelante seguiré dejando lecturas a medias aun a riesgo de estarme perdiendo una novela de categoría antes que llevarme un chasco del quince y cogerle miedo a todas las obras futuras de ese autor. ¿Vosotros cómo lo véis, lectores? ¡Nos leemos!


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Criadas y señoras - Kathryn Stockett








Título: Criadas y señoras
Autor: Kathryn Stockett
Editorial: Maeva









Empecé a leer Criadas y señoras sin tener ningún tipo de expectativa acerca de la lectura que me iba a encontrar. Os lo juro. Sabía que en su día subió a lo más alto de las listas de ventas, que fue adaptado al cine con bastante éxito y que a todo el mundo parecía encantarle. Pero yo me decidí a leerlo por el simple motivo de que me gustó su portada. Ese plato de apetecibles galletas llamó poderosamente mi atención cuando estaba atravesando una sequía de buenas novelas y, más por aburrimiento que por verdaderas ganas de leerla, me decidí a sumergirme entre sus páginas. Y mi amor por las galletas de chocolate me ha permitido descubrir por qué todo el mundo adora esta historia. 

Sinopsis oficial
Skeeter, de veintidós años, ha regresado a su casa en Jackson, en el sur de Estados Unidos, tras terminar sus estudios en la Universidad de Mississippi. Pero como estamos en 1962, su madre no descansará hasta que no vea a su hija con una alianza en la mano. Aibileen es una criada negra. Una mujer sabia e imponente que ha criado a diecisiete niños blancos. Tras perder a su propio hijo, que murió mientras sus capataces blancos miraban hacia otro lado, siente que algo ha cambiado en su interior. Se vuelca en la educación de la pequeña niña que tiene a su cargo, aunque es consciente de que terminarán separándose con el tiempo. Minny, la mejor amiga de Aibileen, es bajita, gordita y probablemente la mujer con la lengua más larga de todo Mississippi. Cocina como nadie, pero no puede controlar sus palabras, así que pierde otro empleo. Por fin parece encontrar su sitio trabajando para una recién llegada a la ciudad que todavía no conoce su fama. A pesar de lo distintas que son entre sí, estas tres mujeres acabarán juntándose para llevar a cabo un proyecto clandestino que supondrá un riesgo para todas. ¿Y por qué? Porque se ahogan dentro de los límites que les impone su ciudad y su tiempo. Y, a veces, las barreras están para saltárselas.

Criadas y señoras nos traslada a la ciudad de Jackson a mediados de los años 60, época en la que la segregación racial en Estados Unidos seguía siendo una triste realidad a pesar de los esfuerzos de activistas por todo el país. Esta situación era especialmente agresiva en el Sur, donde residen las tres protagonistas de la historia que nos ocupa. La joven e idealista Miss Skeeter Phelan, recién graduada en Periodismo, busca convertirse en escritora en un futuro no muy lejano y comienza a cuestionarse la sociedad en la que vive; la anciana criada negra Aibileen, que se considera más niñera que sirvienta y que adora a la pequeña niña de su actual jefa; y por último, Minny, amiga de Aibileen y también criada, pero sus caracteres no podrían ser más distintos, ya que donde Aibileen es calma y sabiduría, Minny es energía y mal humor. Las vidas de estas tres mujeres se entrecruzarán al involucrarse en un peligroso proyecto que, en caso de salir a la luz, pondría en peligro sus reputaciones, sus trabajos e incluso sus vidas. 

Lo primero que llama la atención en la novela de Kathryn Stockett es lo maravillosamente construidos que están sus personajes. No hay uno solo plano o fuera de lugar, cada uno tiene una personalidad propia y bien definida que aporta un elemento clave para que la trama avance. Con esto me refiero tanto a las tres protagonistas como a todos los secundarios que nos encontramos a lo largo de las páginas del libro: los secundarios aportan una riqueza tremenda al dotar a la novela de tramas secundarias que cumplen con creces su función de mantener al lector interesado en todo momento y aligerar un poco la tensión que rodea a la trama principal, dotando a la historia de un ritmo agradable de seguir. 

Los puntos de vista de las tres protagonistas se irán alternando a lo largo de la novela, de manera que las historias de su día a día se entrecruzarán con la trama principal, el proyecto que las une, creando un rico tapiz que combina las alegrías y los dramas cotidianos con la tensión, el miedo y las dudas que surgen de participar en una actividad arriesgada y casi ilegal. En resumidas cuentas, el lector tiene entre manos una curiosa lectura que combina momentos humorísticos con escenas que nos tocarán la fibra sensible, una mezcla con sabor a realidad. Esta sensación de veracidad se ve incrementada gracias al inteligente recurso de introducir datos reales en la ficción, como por ejemplo las primeras campañas antitabaco o la muerte del presidente Kennedy.

La mayor parte de la novela está narrada en primera persona, de forma que se crea un vínculo especial entre las protagonistas y el lector puesto que le será más sencillo tomarles cariño y comprender el porqué de sus actos. Además, al ser mujeres tan distintas sus diferentes maneras de entender la vida aportan una gran riqueza a la narración a la par que un cierto dinamismo. 

Si tuviese que decantarme por una de las protagonistas, creo que escogería a Miss Skeeter. Curiosamente, este era el personaje que menos me convencía al principio, me parecía un mero recurso para que la historia no solo estuviese contada por criadas y evitar el sesgo de una forma un poco burda. Al inicio de la novela conocemos a una señorita de buena familia con sueños impropios de una dama de su posición, tales como vivir sola o tener una profesión (escritora para más señas). Me parecía un personaje un poco superficial y que su participación en el proyecto estaba motivada por pura apatía. Pero me ha gustado su evolución a lo largo de la novela. Se aprecia un cambio interesante en la Skeeter del final gracias a todos los reveses a los que debe hacer frente a lo largo de la historia, un cambio que tiene lugar poco a poco y con coherencia, dando lugar a una mujer consciente de sí misma y de la sociedad en la que vive, esta vez de verdad. Esta evolución del personaje es una muestra del talento literario de la autora y he quedado absolutamente encantada con ella. 

Así pues, nos encontramos ante una novela escrita por una mujer y protagonizada por tres mujeres. Aunque su objetivo principal es hacernos abrir los ojos y darnos cuenta de que el color no importa (me gustaría decir que a estas alturas de siglo esto ya no es necesario, pero sabéis tan bien como yo que el pensamiento racista sigue estando muy extendido en la sociedad actual), me ha parecido que la autora nos quería transmitir algo más. Es posible que esto sea solo sensación mía, pero he creído entender que Kathryn Stockett incluye en su novela una cierta crítica hacia el comportamiento de algunas mujeres sirviéndose para ello de la desagradable figura de Miss Hilly, personaje al que apetece darle un guantazo con toda la mano abierta cada vez que aparece. Como digo esto puede ser solo cosa mía, pero os recomiendo que releáis el párrafo referente a la forma de vengarse que tienen las mujeres; no me digáis que eso no es un escupitajo en el ojo al estilo escritor. 

Criadas y señoras se ha ganado a pulso el convertirse en uno de los libros más vendidos en su día. Es una obra que, si bien merece ser leída con calma, atrapa irremediablemente al lector y es devorada en poco tiempo. Tres mujeres muy distintas que unen fuerzas para enfrentarse con sus medios a una sociedad que necesita con urgencia que le abran los ojos. Un cóctel con sabor a realidad en el que encontramos trazas de humor, tristeza, intriga y tensión. Muy recomendable. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Edenbrooke - Julianne Donaldson







Título: Edenbrooke
Autor: Julianne Donaldson 
Editorial: Libros de seda









No me hace especial ilusión tener que pasarme al turno de noche en Blogguer, yo soy más de publicar por las mañanas, pero mis días están siendo un poco caóticos últimamente así que no me queda más remedio subir las entradas a estas horas si es que quiero subirlas. A lo que vamos. 
Os he mencionado en alguna ocasión que siento predilección por las novelas que transcurren en el siglo XIX. Las refinadas costumbres, las intrigas y secretos susurrados entre doncellas, las bellas descripciones de vestidos y estancias… Me encantan. Y si además estamos hablando de una historia que ha cautivado a todo aquel que la ha abierto, pues mejor que mejor. Harta de ver por doquier reseñas y reseñas que afirmaban que Edenbrooke era lo mejor que habían leído en mucho tiempo, me decidí a hacerme por fin con él. 

Sinopsis oficial
Marianne Daventry haría cualquier cosa para escapar del aburrimiento de Bath y las atenciones amorosas de un cretino que no le interesa en absoluto. Así que cuando le llega una invitación de su hermana gemela, Cecily, para que se una a ella en una maravillosa casa de campo, aprovecha la oportunidad. Por fin podrá relajarse y disfrutar del campo, que tanto le gusta, mientras su hermana se las arregla para librarse de las atenciones del guapo heredero de Edenbrooke. Sin embargo, Marianne acabará por descubrir que incluso los mejores planes pueden salir mal: primero será un aterrador encuentro con un salteador de caminos, después un coqueteo aparentemente inofensivo... el caso es que, al final, Marianne se verá envuelta en una inesperada aventura llena de intriga y de amor, tan apasionante que no podrá dar descanso a su mente. ¿Será capaz de controlar su corazón traidor o caerá rendida ante un misterioso desconocido? Está claro, el destino quiere para Marianne algo distinto a lo que ella había planeado al ir a Edenbrooke.

En mi modesta opinión, para que una novela basada en esta época triunfe, debe contar con una protagonista femenina de armas tomar (abstenerse señoritas pusilánimes y remilgadas, por favor), un protagonista masculino que podríamos calificar como caballero pícaro, una prosa cuidada, casi poética, a la altura de la belleza que debe describir, y por supuesto una buena intriga que aporte tensión y no convierta la historia en un pastel de azúcar indigestible. Me ha complacido encontrar varios de estos elementos, si bien no todos ellos, en Edenbrooke, lo que ha hecho que se convierta en una lectura amena y digna de recomendar. 

Comencemos con la protagonista, la señorita Marianne Daventry. Marianne se encuentra al principio de la novela conviviendo con su anciana abuela lejos de su adorado hogar en el campo, separada de su melliza Cecily, quien se encuentra gozando de los placeres de Londres en compañía de otros miembros de la alta sociedad, y de su padre, recluido por voluntad propia en Francia para superar el duelo por la muerte de su esposa. La situación para la joven Marianne se está volviendo peor por momentos. No soporta la ciudad, sueña con regresar al campo y perderse por los vergeles a dejar pasar las horas, añora a Cecily y desea fervientemente librarse de las atenciones amorosas de uno de sus vecinos. Por eso cuando es invitada por la madre de una de las nuevas amigas de Cecily a pasar una temporada en su mansión aceptará encantada. 

Marianne es una joven entrañable. Ha vivido toda su vida a la sombra de su despampanante hermana, así que se ha acostumbrado a apartarse de su camino y a hacer lo opuesto de lo que ella hace. ¿A Cecily le encanta la ciudad? Marianne se siente más a gusto en el campo. ¿Que Cecily quiere encontrar un marido rico y con un título? A Marianne ni se le pasa por la cabeza. Uno de los puntos más fuertes de la novela es la perfecta manera en la que la autora esboza la relación entre las mellizas, basada en el amor incondicional pero teñida en ocasiones por una sombra de envidia y amargura. Demuestra con ello una notable sensibilidad y un dominio de la retórica sobresaliente. 
El contrapunto de Marianne es Philip, quien encaja a la perfección en el concepto de “caballero pícaro”, coqueto desde el primer momento pero también preocupado por defender el honor de su dama. Sí, lo cierto es que es un dechado de tópicos, pero cae simpático y sus comentarios en tono humorístico evitan que la novela caiga en un romanticismo empalagoso en todas sus páginas. 

La prosa de Julianne Donaldson sabe estar a la altura del tipo de novela que está narrando. Escoge con gusto las palabras y consigue imprimir a su relato la velocidad suficiente como para impedir que se estanque pero sin resultar en ningún momento apresurado. Posee además mucha mano para mostrarnos los pensamientos de su protagonista, sus zozobras internas, sin hacer que al lector le resulten pesadas o aburridas sino todo lo contrario: estas breves pausas dentro de la trama sirven para conectar mejor con Marianne, para empatizar con ella y tomarle cariño. 

Tenemos pues unos protagonistas adecuados y una prosa fluida y bonita, ¿qué pasa con las intrigas? Aquí es donde yo le encuentro el fallo. En la sinopsis se nos promete dicho misterio, quizá se insinúa incluso un leve toque de peligro, pero lo cierto es que en la práctica esto queda reducido a un momento al comienzo de la novela y otro instante justo al final. La intriga no está bien llevada, especialmente el final, que es resuelto de una forma demasiado sencilla. Da la sensación de que la autora no ha sabido muy bien qué hacer con su misterio, como si le hubiese quedado grande o hubiese tenido prisa por entregarle la novela al editor. Una pequeña decepción que impide que esta historia sea todo lo buena que podría haber sido. 

La primera novela de Julianne Donaldson es una entrañable historia protagonizada por una muchacha poco interesada en convertirse en una jovencita elegante que encuentra la horma de su zapato en un caballero al que conoce por casualidad en circunstancias extravagantes. Lo mejor: la sensibilidad de la autora a la hora de plasmar los sentimientos de sus personajes. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

"¿Lees fantasía? ¿A tu edad?"


Hoy os traigo un Desvarío de una lectora un poco atípico, porque en lugar de dedicarme a vomitar bilis sobre algo que me cabrea o hacer una de mis listas en tono jocoso el tema que voy a tratar hoy me pone un poco triste. Llevo unas cuantas semanas peleándome con esta entrada porque no consigo encontrar las palabras adecuadas para lo que quiero expresar, así que si durante la lectura os sentís confusos, desconcertados o aburridos, es culpa mía por completo. Voy a hacerlo lo mejor que pueda. 

Mis quebraderos de cabeza comenzaron hará unos dos meses, cuando me presentaron al amigo del amigo de la amiga de... bueno, que me presentaron a alguien y ya está. El caso es que estábamos manteniendo una agradable conversación grupal hasta que me preguntaron por mis aficiones y, como no podía ser de otra manera, dije que una de las cosas que más me gustaba hacer en mi tiempo libre era leer. El chico del que os hablo, a quien en adelante llamaremos Vernon Dursley por motivos que comprenderéis más tarde, se mostró muy complacido ante esta respuesta, y de inmediato me preguntó quién era mi autor favorito, a lo que yo contesté sin dudar "Patrick Rothfuss". Bien, aquí fue cuando el asunto comenzó a torcerse. Vernon Dursley puso gesto de extrañeza y me preguntó qué había escrito. Le conté por encima el argumento de El nombre del viento y, entonces, con la misma cara que si hubiese mordido un limón, me hizo la preguntita de marras: 

¿Lees fantasía? ¿A tu edad? 

Una de mis amigas andaba por allí cerca y conoce mi temperamento, así que se apresuró a intervenir y cambiar de tema para evitar el desastre. Pero no habría hecho ninguna falta. Me limité a responder "sí" con un tono de voz calmado y a seguir con la conversación como si tal cosa. Aunque lo cierto es que me dejó muy pensativa. 

Vamos a aclarar un par de cosas. En primer lugar, quizá convendría hablar de mi edad. Tengo 22 años. No creo que sea precisamente una anciana, vaya. Es posible que en otros países haya gente con mi edad que ya tiene una familia numerosa, pero en nuestra cultura esto no se lleva. Con esto quiero decir que eso de "a tu edad" me sobraba completamente. No es como si usase pañales todavía, me parece a mí. 

Y ahora vamos con la joya de la corona, ese "¿lees fantasía?" poniendo el mismo gesto que si estuviese oliendo basura caliente. La verdad, estimado Vernon, no tengo claro que tu estrategia para hacer nuevos amigos sea la más efectiva. Quizá en ocasiones futuras deberías optar por no criticar sus gustos, pero qué sabré yo, solamente soy una lectora de fantasía. 
¿Cómo esperabas que continuase esa conversación, Vernon? ¿Conmigo enumerando todas las razones por las cuales leo fantasía? Podría haberlo hecho, desde luego. Tengo un buen puñado de motivos por los que hacerlo, pero debería bastarte con uno solo: lo hago porque me gusta. Fin. No necesitas saber nada más y yo no tengo por qué dar ningún tipo de explicación. 

No os dejéis engañar por mi párrafo anterior, sigo sin estar enfadada. Como ya os he dicho, lo que estoy en verdad es triste. Muy triste. Porque soy incapaz de entender el desprecio hacia el género fantástico, como si fuese literatura para raritos, un vicio sucio que se debe esconder a toda costa. Puede que a ti, mi querido Vernon Dursley, la magia te parezca algo imposible (sí, de ahí el apodo), pero eso no nos impide soñar a los demás.

¿Y sabéis que es lo mejor de todo? Que el género fantástico está mal entendido, porque cualquier libro que no sea un libro de texto o una biografía es un libro fantástico. Los sucesos que narra una novela negra en realidad nunca sucedieron, son fantasía. Los hermosos romances de la época victoriana, también son fantasía. ¿Los personajes de Bajo la misma estrella? También son fantasía. 
Sí, vale, os podéis poner todo lo puristas que queráis y decirme que en realidad la fantasía va de magia y dragones, pero plantearos mi premisa durante unos segundos y decidme que no tengo razón. 

La literatura es fantasía, porque sin imaginación, sin chispa, sin ficción, la literatura solamente sería un conjunto de datos sin alma ni color, un libro de texto como os decía antes. Todos, a nuestra manera, necesitamos de la fantasía para evadirnos y soñar, ya sea resolviendo crímenes o contándole las sombras a Grey. 

Y esto, Vernon, es lo que en realidad se escondía detrás de mi lacónico "sí". Lo siento mucho por ti, no porque no te gusten las novelas de espadas (la verdad es que el género literario que prefieras es cosa tuya, yo no soy como tú y me da bastante igual lo que leas o dejes de leer), sino por tu visión equivocada del mundo. 

En fin, lectores, espero no haberos matado de aburrimiento. Muchas gracias a todos los que lo hayáis leído. 

viernes, 4 de septiembre de 2015

El prisma negro - Brent Weeks







Título: El prisma negro
Autor: Brent Weeks
Editorial: Plaza & Janés









Sí, sé que hace nada que prometí que el ritmo de publicaciones habitual iba a volver, pero os pido disculpas porque he tenido una semana bastante complicada. Intentaré que no vuelva a suceder sé que os da igual si publico o no, pero dejadme soñar. 

Gracias a su estupenda trilogía El ángel de la noche, Brent Weeks pasó a formar parte de lo que podríamos llamar mi Santísima Trinidad (a saber, Rothfuss, Abercrombie y Weeks), lo que a efectos prácticos significa que correré como una posesa tras todas y cada una de sus nuevas publicaciones, gocen o no del beneficio de la crítica. Hacía tiempo que me moría de ganas por comenzar su nueva tetralogía, pero esperé con paciencia hasta el día de mi cumpleaños para darme un autocapricho. El mejor regalo recibido. Cómo me conozco… 

Sinopsis oficial
Gavin Guile es el Prisma, el hombre más poderoso del mundo, además de sumo sacerdote y emperador, encargado de mantener una paz resquebrajadiza que solo se sostiene en virtud de su poder, ingenio y carisma. Pero la vida de los Prismas nunca es larga, y Guile sabe con exactitud de cuánto tiempo dispone: cinco años en los que deberá lograr otros tantos objetivos imposibles.
Cuando Guile descubra que tiene un hijo, nacido en un reino lejano al término de la guerra que lo condujo al trono, tendrá que decidir qué precio está dispuesto a pagar con tal de proteger un secreto que podría reducir su mundo a escombros.
Weeks nos trae en esta ocasión una novela coral en la que destacan dos voces principalmente: la de Gavin Guile y la del joven Kip. Según habéis leído en la sinopsis, Gavin ostenta el título de Prisma. Esto lo convierte en una de las personas más poderosas de las Siete Satrapías, no solo en un sentido gubernamental sino también mágico, puesto que es capaz de dividir la luz sin ayuda de lentes y trazar todos los colores. Por otra parte, tenemos a Kip, un chaval de quince años con algo de sobrepeso y una lengua demasiado afilada que es incapaz de refrenar a tiempo, lo que le conlleva más de un problema. Cuando su aldea sea arrasada por un falso rey, el destino de Kip se entrecruzará con el de Gavin y ambos se verán inmersos en toda suerte de tejemanejes palaciegos e intrigas de toda clase que harán que las vidas de ambos corran peligro y que salgan a la luz secretos que deben permanecer ocultos a toda costa. 

La novela que tenemos ante nosotros es verdaderamente compleja. Fiel a su estilo, Weeks construye un mundo lleno de regiones claramente diferenciadas unas de otras y con múltiples rencillas entre ellas. La ingente cantidad de información puede desconcertar al lector en algunas partes, pero por suerte el volumen de la historia nos permite asentar todos estos datos con calma. Además, el autor no nos lanza de golpe y porrazo en las Siete Satrapías, sino que va explicando sin pausa pero sin prisa los rasgos característicos de cada zona y sus habitantes.

Lo mismo podemos aplicar a la cromaturgia, la forma de magia de la que se nos habla a lo largo del libro. La cromaturgia es sin duda alguna una invención muy imaginativa, si bien puede ser algo complicada de entender. Básicamente, la cromaturgia consiste en utilizar la luz para trazar objetos varios (por ejemplo, una espada o incluso un barco) normalmente de un color, aunque es posible utilizar dos, tres o incluso todos si eres el mismísimo Prisma. Nos encontraremos con gran variedad de términos nuevos pero sencillos de comprender, de manera que no es necesario un glosario para seguir la historia. Dejando a un lado lo creativo del asunto, el uso de los colores implica un beneficio colateral: las descripciones de la novela se vuelven luminosas, coloridas, brillantes, un agradable y curioso contraste con los pasajes oscuros que en realidad está describiendo, como puede ser una batalla. 
El uso de los colores guarda un innegable parecido con el uso de los metales característico de las novelas de Brandon Sanderson. Esto incluye el hecho de que Weeks quiere dar a su magia esa sujeción a las leyes físicas que también vemos en las historias de Brandon Sanderson, de manera que esta clase de magia no va a ser ilimitada y maravillosa, sino que los que la usen sin cuidado alguno podrán experimentar efectos muy desagradables, especialmente si llegan al límite. Todo ello hace que la novela adquiera un punto de realismo interesante que evita el concepto de héroe invencible tan habitual en la fantasía clásica. Aquí el protagonista debe ser cuidadoso e inteligente, o lo pagará caro. 

El cambio más notable que he notado en la escritura de Weeks desde su primera trilogía a la saga que nos ocupa reside en la caracterización de sus personajes. Los protagonistas de El ángel de la noche estaban bien diseñados, pero se notaba una cierta predilección por algunos de ellos (Kylar o Durzo) y un desapego hacia otros que, casualmente, acababan por morir. En otras palabras, a pesar de que Weeks quería distanciarse de la fantasía clásica en la que el héroe siempre se salva, no terminaba de salirle bien. Esto es algo que no he percibido en El prisma negro. Para empezar, los personajes tienen muchos más recovecos, recordándome más a los de una novela de mi adorado Abercrombie que a las del propio Weeks. Estos recovecos casan a la perfección con la maraña de secretos y mentiras en las que se mueven los protagonistas, haciendo que la novela sea una delicia para todos aquellos lectores que, como yo, adoramos la tensión de no saber si nuestro personaje favorito se está metiendo de cabeza en una trampa o todo va bien. 
Me gustaría destacar a dos personajes por encima del resto. El primero de ellos es el Prisma, Gavin Guile, que acapara las mejores frases de toda la novela y desde luego está en el centro de todas las intrigas, siendo el protagonista de todas las revelaciones que nos dejarán con la boca abierta. Por otro lado está la espectacular Karris Roble Blanco. Sus apariciones no son tan numerosas como me habría gustado, pero se queda en mi memoria por ser uno de los personajes femeninos más completos, fuertes y bien retratados que he encontrado en la fantasía épica. 

Finalmente, en cuanto al estilo literario de Brent me gustaría destacar que, pese a tratarse de una novela narrada en tercera persona, en algunos momentos podemos toparnos con frases en primera persona que aportan excelentes toques de humor que evitan que la historia adquiera un toque demasiado oscuro. Sin necesidad de comillas o del uso de cursiva, Weeks intercala los pensamientos de sus personajes de manera natural dotando a la narración de una dinámica excelente. 

Brent Weeks lo vuelve a hacer. Con El prisma negro nos introduce en su nuevo mundo, un lugar peligroso a la par que colorido que nos atrapará sin remedio. Una trama impresionantemente bien tejida, algunas notas de humor y personajes con los que es fácil encariñarse harán el resto. Dadle una oportunidad; no, en serio, hacedlo, si hasta tiene un mapa.